miércoles, 13 de febrero de 2013

Muere el ciclista, pero nace su leyenda, hoy hace 9 años nació el Mito Pantani: "Tu sei il meo ídolo". por Nacho Silver

 
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Cuando yo tenía apenas trece años, Indurain era la clara referencia, no solo del ciclismo mundial, sino de todo el deporte español. Eran años en que los principales medios de comunicación del país le prestaban mucha atención a cualquier palabra, gesto, pedalada, del campeón navarro. Lógicamente, ante una sombra tan alargada, era inevitable prestarle atención a las grandes carreras de la temporada ciclista, sobretodo Giro de Italia, Tour de Francia y Mundial, pruebas que centraba el navarro sus objetivos durante buena parte de su carrera deportiva. Veía las grandes carreras, desde la perspectiva que pueda tener de un deporte por aquel entonces desconocido un crio de once, doce y trece años.
Mi atención por el ciclismo iba creciendo y en aquel año, 1994, empezaba a abrirse paso una nueva generación, que me terminarían atrapando para siempre. La prematura y trágica muerte de Antonio Martin Velasco, el mismo día que la Vuelta a Andalucía se disponía a subir a Sierra Nevada, me hizo empezar a ver el ciclismo de una forma diferente, especial, y a los ciclistas unos héroes que luchaban en busca de superar sus propios límites. Con la muerte de Antonio Martin el destino quiso que aquella generación extraordinaria que se estaba empezando a abrir paso se quedara sin su joya de la corona. Mi cada vez creciente interés por este deporte hizo que siguiera con gran atención lo que ocurría en el pelotón, Adriano Baffi y Mario Cipollini dominaban con autoridad las volatas repartiéndose las victorias entre ellos y la primavera del 94 nos presenta al gran público cuatro nuevos miembros de aquella extraordinaria generación, Wilfred Nelisson, Eugeni Berzín, Mikel Zarrabeitia y Vladislav Bobrik.
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Y en estas llega el 22 de Mayo, arranca el Giro, por lo que el resto de acontecimientos deportivos en España pasaban a un segundo plano, incluido la Liga de Futbol y Roland Garros, aunque Alberto Berasategui estuviera en posición de ganarlo. El deporte español giraba en torno a Induráin, y aquel 22 de Mayo arrancaba el pulso que el navarro quería echar a la historia de este deporte a querer ser el primer y único corredor en ganar por tercer año consecutivo Giro- Tour. En la contrarreloj de Follonica, las opciones de Induráin sufrieron un duro revés. Un miembro de esa generación del 70 daba un golpe a la mesa. Lo mejor estaba por llegar y mi historia con este deporte, sin darme cuenta comenzaba a cambiar. Pocos días después llegaba dos grandísimas etapas de montaña, pero el día anterior a estas etapas, en una etapa de transición, ganaba un corredor que se terminaría convirtiendo en el gran rival de Marco Pantani para ganarse el corazón de los tifosis, Michele Bartoli. Una rivalidad que dio lugar a unas de las escenas más brillantes de la carrera de Pantani, aquel mano a mano entre Pantani y Bartoli en la Cipressa en la Milán San Remo del año 99.
Y casi en silencio, sin hacer mucho ruido, hace su presentación en sociedad, prácticamente a la única promesa de aquella generación del 70 que faltaba por hacerlo, Marco Pantani, en la primera gran etapa de montaña de aquel ya lejano Giro 94, acabado en Merano.
Pero todo era como el destino estaba escrito sin nadie saberlo, y aquel 5 de Junio del 94, mi vida cambio, la vida de Pantani cambió, la historia del ciclismo cambió. Aquel día estaba predestinado a que ocurriera algo mágico, el Stelvio es un puerto rodeado de magia,micticismo, el Mortirolo por su vertiente salvaje es un puerto hecho para aquellos ciclistas predestinado a pasar a la historia, y Aprica siempre estará relacionado a páginas brillantes de la historia del Giro de Italia. El joven Berzin, lideraba la carrera gracias a un enorme talento y enorme motor. La referencia mundial, Induráin, buscaba dar el golpe de efecto y poner las cosas en el orden establecido y pasar a la historia. Y el gran ídolo de los tifosi, Chiapucci, se resistía a aceptar su declive y en Italia esperaban que repitiera una gesta parecida a la que protagonizó en Sestriere dos años antes. Pero aquel 5 de Junio, en las primeras rampas del Mortirolo, todo cambió. Pantani lanzó un órdago a la jerarquía establecida en su propio entorno, a su propio equipo, a Chiapucci. Lanzó un órdago al futuro, al líder Eugeni Berzin, llamado a marcar una época. Y lanzó un órdago al mito, al dominador indiscutible, a Miguel Induráin. Y lanzó un órdago al gran enemigo natural de los ciclistas, los puertos duros. Desde aquel día la escalada en bicicleta se convirtió en un arte. Las locuras pasaban a cobrar sentido. El nombre de Pantani pasaba a estar ligado para siempre a la cima del Mortirolo. Y la tarde de aquel 5 de Junio, aprovechando que estaba finalizando el curso escolar, fue la primera vez que les pedí a mis padres una bicicleta. Y como hizo Pantani, lanzando un órdago, si aprobaba todo quería una bicicleta. Quería ser como Pantani. Quería ser ciclista.
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Desde aquel día son innumerables las gestas de Pantani, pero no quiero convertir este artículo en un repaso a su trayectoria, sino en un pequeño homenaje al corredor que me hizo descubrir la esencia de la que posteriormente sería mi pasión, el ciclismo, no hace falta recordar episodios como Deux Alpes del Tour 98 o Montecampione del Giro del mismo año, pero sí creo que a la hora de recordar a Pantani, recordar el año 99, el año en que en principio debía ser su consagración como estrella indiscutible del ciclismo mundial. Como hizo en el 94 con el Mortirolo, el 99 fue el año en que el mundo del ciclismo descubrió el Angliru, y Pantani, lo tenía entre ceja y ceja, y buscar el doblete Giro – Vuelta. Pero de nuevo el destino de Pantani iba de la mano con el Mortirolo. Si el 5 de Junio del 94 la estrella de Pantani empezó a brillar con fuerza, de nuevo el destino quiso que un 5 de Junio, con el Mortirolo en el horizonte, su estrella empezó a apagarse, pero por desgracia, esta vez no pudo ni llegar a sus rampas.Maddona di Campiglio marcó el principio del fin.
Desde ese día hasta el 2003 su declive personal y deportivo era un secreto a voces. El Giro 2003 fue el de su despedida, físicamente no era el mismo. Ya no era ese liviano escalador que hacía de la escalada un arte. Ya no era el escalador intimidatorio de antaño. Pero su espíritu seguía ahí. De nuevo un órdago a su pasado y a su destino, a su gran rival de sus años de amateur, Gilberto Simoni, era el nuevo ídolo del ciclismo italiano y en que puerto de montaña imponía con facilidad su ley, y un nuevo puerto de rampas imposibles, el Zoncolan, pero esta vez no pudo cambiar la historia ni su destino. Su ataque no pasó de ser un guiño a un glorioso pasado. Aquella tarde desde el sofá de mi casa, viendo aquella etapa, empecé a asimilar que el fin deportivo de mi ídolo estaba cerca, no sin antes regalarnos a dos días de llegar a Milán su última lección de entrega, coraje y clase en Cascate del Toce. Fue la última vez que el pirata me puso en pie.
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La noche del 14 de Febrero en vísperas de correr la etapa de Denia de la Vuelta a la Marina de aquel año, tras la correspondiente carga de hidratos durante la cena, algo me llevo al sofá de mi casa y sin entender el porqué, algo me llevo a coger el mando de la televisión y poner el teletexto. Marqué el 135 de la página de las noticias deportivas y ahí estaba el titular. Marco Pantani ha muerto. Ni había signos de incredibilidad, ni tristeza, ni reacción alguna. No acertaba a poner la página donde venía la noticia para leerlo. Solo recordaba aquellos momentos que me hizo pasar viéndole correr y como hizo del ciclismo mi gran pasión. No paraba de recordar aquella tarde del 5 de Junio del 94 en el que les pedí por primera vez a mis padres una bicicleta. Que quería ser ciclista. Quería ser como Pantani.
Al día siguiente, en la salida de aquella etapa de la Vuelta a la Marina, tuvieron el detalle de guardar un minuto de silencio. Me di cuenta casi 10 años después de que entrara en mi vida aquel joven italiano de escaso pelo, que ni subiría nunca ni una milésima parte como lo hacía el, ni tendría nunca una milésima parte de su clase y su motor, pero era un poco como el, aprendí a querer a la bicicleta como lo hacía el, como un niño quiere a su juguete favorito.
Hoy hace nueve años de tu muerte, pero nació tu leyenda. Solo puedo decir que Tu sei il meo ídolo y que estoy convencido que allá donde estés, ya habrás convertido alguna montaña del cielo en la cima Pantani, como hiciste en vida con el Mortirolo, mientras escuchas a tu admirado Antonello Vendititti.

2 comentarios:

  1. Etapas miticas del ciclismo las de esa epoca, el ciclismo actual no lo veo como el que era antes. Recuerdo la ascension de 1993 a la Bonnette , que los ciclistas llegaron a la cima literalmente arrastrandose.
    Solo tengo una palabra para recordar a Pantani, "UNICO"

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  2. Era una gozada !!!! yo de aquella me sentaba con mi padre y mi hermano ( que en paz descanse ) en el sofa y miraba extrañado por donde suvian porque yo solo era un niño ... pero segun pasaba el tiempo me dava cuenta de que igual que dices tu javieraviles .... Pantani era UNICO E INIMITABLE !!!

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