El fín que se persigue con la biomecánica del ciclismo es optimizar el rendimiento del ciclista.
La mejora del rendimiento se producirá incidiendo sobre tres aspectos: mejorar la eficiencia, la ergonomía y evitar lesiones. Siendo más eficiente, un ciclista será capaz de producir más potencia con un menor gasto de energía. Además de optimizar la eficiencia, para alcanzar el máximo rendimiento es fundamental que el ciclista se encuentre cómodo sobre la bici, evitando cualquier tipo de molestia o dolor que interfiera en el propio gesto del pedaleo. Para llevar a cabo el análisis biomecánico se recurre a una herramienta como es Retül, que permite analizar en tres dimensiones la forma de pedalear del ciclista, mostrando anatómicamente los ángulos y las distancias determinantes a la hora de aprovechar al 100% la acción de los músculos.
Optimizar la posición sobre la bicicleta es la forma más sencilla de mejorar el rendimiento del ciclista, ya que cualquier pequeño cambio se repetirá durante las miles de pedaladas que se van a realizar. Las mejoras que se pueden conseguir con un buen análisis biomecánico pueden ser similares a las de varias semanas de entrenamiento.
El estudio biomecánico normalmente se hace sobre la propia bicicleta. Pero también existe la posibilidad de hacerlo sobre un potro, en este caso, se trata de un Serotta Size Cycle. Esta opción es la más recomendable cuando se está pensando en comprar una bicicleta nueva, ya que nos permite determinar el cuadro y la talla que mejor se adaptan al ciclista. Este tipo de estudio se recomienda especialmente para los bikers que se van a comprar una bici de carretera o para los triatletas que están pensando comprarse una cabra.
El análisis biomecánico se recomienda tanto a ciclistas de carretera como de montaña. Y por supuesto a triatletas o contrarrelojistas.
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